No hay lugar a dudas que la Educación es la base del desarrollo en cualquier país del mundo, nosotros no somos la excepción, y representa el verdadero motor de cualquier política económica y social seria y responsable, debido a que ésta genera conocimientos, habilidades, actitudes y destrezas en los seres humanos, quienes propician un mayor crecimiento económico y cultural y, a la vez, protagonizan el cambio hacía la modernidad y eficiencia en el bienestar y calidad de vida.
En los últimos años del presente siglo, el sector Educación en el Perú ha logrado un gran progreso en la cobertura del sistema educativo, especialmente en la Educación Básica Regular; sin embargo, los aprendizajes de los niños y jóvenes todavía dejan mucho que desear; estos no sólo son de bajo nivel, sino están mal distribuidos en la sociedad peruana, siendo el problema principal la variación en la calidad de la educación brindada a los sectores de menos recursos, especialmente a aquellos que se encuentran en las zonas alejadas de nuestro territorio. Ante esta situación, es necesario desarrollar un sistema de evaluación que permita recoger, analizar y explicar información importante acerca de las necesidades y posibilidades de los estudiantes con la finalidad de reflexionar y tomar decisiones oportunas para ir mejorando paulatinamente la calidad educativa en todo el país.
Ante esta dificultad cabe revisar brevemente dos aspectos fundamentales sobre el sistema educativo peruano: La Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa y La Evaluación del Desempeño del Profesor.
En cuanto al primer aspecto -Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa- , según la Ley del SINEACE los procesos de evaluación para el mejoramiento de la calidad educativa de nuestro país son:
La Autoevaluación de la gestión pedagógica, institucional y administrativa. Este proceso es considerado fundamental e indispensable para mejorar la calidad del servicio educativo y también para comenzar los procesos externos. En este sentido, la autoevaluación favorece la reflexión, la actitud crítica y el sentido de responsabilidad con el único fin de mejorar.
El segundo proceso es la Evaluación externa con fines de acreditación. Según el SINEACE ésta es requerida en forma voluntaria por las instituciones educativas, esto significa que hay libertad parar ser o no una institución acreditada. Esperamos que todas las instituciones tomen conciencia y participen en dicho proceso, ya que sólo así conocerán sus potencialidades y limitaciones, las cuales les conducirán a tomar decisiones acertadas.
Acto seguido tenemos a la tan comentada Acreditación, que viene a ser el reconocimiento público y temporal de la institución educativa que, en forma voluntaria, participó en un proceso de evaluación de su gestión pedagógica, institucional y administrativa. Es interesante que este reconocimiento de un óptimo desempeño sea temporal, de esta manera hay un compromiso de mejorar cada día y no dormirse en los laureles, como se hacía anteriormente, después de obtener un logro.
Por último está la Certificación que es otorgado por el colegio profesional correspondiente de acuerdo a los criterios establecidos por el SINEACE, el cual también es un proceso público y temporal. Esto significa que las instituciones educativas tienen que estar en constante innovación para no perder su respectiva certificación.
Pero a todo esto, ¿qué es el SINEACE?, ¿cuáles son sus órganos operadores? El SINEACE se define como el conjunto de organismos, normas y procedimientos estructurados e integrados funcionalmente, destinados a definir y establecer criterios, estándares y procesos de evaluación, acreditación y certificación. Sus órganos operadores son el PEBA (Instituto Peruano de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación Básica), el CONEACES (Consejo de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación Superior no Universitaria) y el CONEAU (Consejo de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación Superior no Universitaria). Cada uno de ellos con su respectiva competencia: el primero, en Instituciones Educativas de Educación Básica y Técnico-Productiva; el segundo, en Instituciones de Educación Superior no Universitaria y el tercero, en Instituciones de Educación Superior Universitaria. Estos órganos operadores tienen como característica ser autónomos administrativamente, participativos, transparentes y definen su política en un marco de una ética y moral públicas; así como el derecho de informar permanentemente a la sociedad sobre sus procedimientos aplicados y los resultados logrados.
Referente al segundo aspecto, Evaluación del desempeño del Profesor Según esta nueva ley los docentes serán evaluados permanentemente, de manera integral y obligatoria. Esto significa que, al fin, la preparación del docente va a ser constante y continúa, y con justa razón porque el conocimiento va evolucionado a diario; por consiguiente el maestro tiene que estar actualizado para desempeñar su labor de forma eficiente. Se cumple ese adagio que el ser humano aprende hasta el último minuto de su existencia.
Esta evaluación será de dos tipos: Ordinaria, para los docentes que aprueben satisfactoriamente y se dará cada tres años y extraordinaria para los docentes que no aprueben, la cual se realizará al año siguiente de la desaprobación, cuyo fin será buscar la superación de las deficiencias encontradas en la evaluación ordinaria. Un proceso realmente interesante, que con un poco de esfuerzo todos los docentes que pertenecen a esta ley saldrán victoriosos, tanto en calificación como en su desempeño pedagógico con sus estudiantes.
Después de este breve análisis, concluimos diciendo que la acreditación y la evaluación del desempeño docente son dos buenas opciones para mejorar la calidad educativa. Mediante la acreditación, después de una exhaustiva evaluación y certificación, las instituciones educativas estarán en condiciones de ofrecer un servicio de calidad y al mismo tiempo se encontrarán en continua innovación en todo sentido. A su vez la evaluación del desempeño docente permitirá conocer los aciertos y limitaciones, verificar si los procesos para alcanzar las metas son adecuados y si el logro de resultados es conveniente o inconveniente con respecto a los propósitos de la educación; esto permitirá crear alternativas de mejoramiento que comprometan al docente un desarrollo integral en los aspectos profesional, pedagógico y personal.
lunes, 11 de abril de 2011
sábado, 9 de abril de 2011
IMPORTANCIA DE LA ACREDITACIÓN Y EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO DOCENTE
No hay lugar a dudas que la Educación es la base del desarrollo en cualquier país del mundo, nosotros no somos la excepción, y representa el verdadero motor de cualquier política económica y social seria y responsable, debido a que ésta genera conocimientos, habilidades, actitudes y destrezas en los seres humanos, quienes propician un mayor crecimiento económico y cultural y, a la vez, protagonizan el cambio hacía la modernidad y eficiencia en el bienestar y calidad de vida.
En los últimos años del presente siglo, el sector Educación en el Perú ha logrado un gran progreso en la cobertura del sistema educativo, especialmente en la Educación Básica Regular; sin embargo, los aprendizajes de los niños y jóvenes todavía dejan mucho que desear; estos no sólo son de bajo nivel, sino están mal distribuidos en la sociedad peruana, siendo el problema principal la variación en la calidad de la educación brindada a los sectores de menos recursos, especialmente a aquellos que se encuentran en las zonas alejadas de nuestro territorio. Ante esta situación, es necesario desarrollar un sistema de evaluación que permita recoger, analizar y explicar información importante acerca de las necesidades y posibilidades de los estudiantes diversos con la finalidad de reflexionar y tomar decisiones oportunas para ir mejorando paulatinamente la calidad educativa en todo el país.
Ante esta dificultad cabe revisar brevemente dos aspectos fundamentales sobre el sistema educativo peruano: La Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa y La Evaluación del Desempeño del Profesor.
En cuanto al primer aspecto -Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa- , según la Ley del SINEACE1 los procesos de evaluación para el mejoramiento de la calidad educativa de nuestro país son:
En los últimos años del presente siglo, el sector Educación en el Perú ha logrado un gran progreso en la cobertura del sistema educativo, especialmente en la Educación Básica Regular; sin embargo, los aprendizajes de los niños y jóvenes todavía dejan mucho que desear; estos no sólo son de bajo nivel, sino están mal distribuidos en la sociedad peruana, siendo el problema principal la variación en la calidad de la educación brindada a los sectores de menos recursos, especialmente a aquellos que se encuentran en las zonas alejadas de nuestro territorio. Ante esta situación, es necesario desarrollar un sistema de evaluación que permita recoger, analizar y explicar información importante acerca de las necesidades y posibilidades de los estudiantes diversos con la finalidad de reflexionar y tomar decisiones oportunas para ir mejorando paulatinamente la calidad educativa en todo el país.
Ante esta dificultad cabe revisar brevemente dos aspectos fundamentales sobre el sistema educativo peruano: La Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa y La Evaluación del Desempeño del Profesor.
En cuanto al primer aspecto -Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa- , según la Ley del SINEACE1 los procesos de evaluación para el mejoramiento de la calidad educativa de nuestro país son:
jueves, 7 de abril de 2011
ARGUEDAS: A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO
Nació el 18 de enero de 1911 en el pueblo de Andahuaylas, provincia de Andahuaylas, departamento de Apurímac. Era hijo de Víctor Manuel Arguedas Arellano, un abogado cuzqueño que ejercía de Juez en diversos pueblos y de Victoria Altamirano Navarro, perteneciente a una acaudalada familia de Andahuaylas. Cuando tenía dos años y medio de edad, falleció su madre, víctima de cólicos hepáticos; pasó entonces a vivir a la casa de su abuela paterna, Teresa Arellano, en la ciudad de Andahuaylas.
En 1915, su padre, al ser nombrado Juez de primera instancia de la provincia de Lucanas (departamento de Ayacucho), se trasladó a dicha sede, donde poco después se casó con una rica hacendada de San Juan de Lucanas, Grimanesa Arangoitia Iturbi viuda de Pacheco (1917). El pequeño José María viajó entonces a Lucanas, para reunirse con su madrastra; el viaje fue todo un acontecimiento para él, como lo recordó siempre. La familia se instaló en Puquio, la capital de la provincia.
Cuatro años después, tras la ascensión al poder de Augusto B. Leguía, el padre, que era del partido contrario, fue removido de su cargo de Juez y tuvo que tornar a su oficio de abogado litigante y viajero, trajinar que solo le permitía hacer visitas esporádicas a su familia. Esta parte de la infancia de Arguedas estuvo marcada por la difícil relación que sostuvo con su madrastra y con su hermanastro Pablo Pacheco. Aquella mujer sentía por su hijastro un evidente desprecio, y en una ocasión lo mandó a convivir con los criados indígenas de la hacienda. Por su parte el hermanastro lo maltrataba física y psicológicamente e incluso en una ocasión le obligó a presenciar la violación de su tía. La figura de este hermanastro habría de perdurar en su obra literaria personificando al gamonal abusivo, cruel y lujurioso. Solo entre los indios sintió el afecto que le negó su familia, identificándose con la idiosincrasia de aquellos, basada en el amor a la naturaleza.
En julio de 1921 se escapó de la casa de la madrastra junto con su hermano mayor Arístides; ambos fueron a la hacienda Viseca, propiedad de su tío Manuel Perea Arellano, situada a 8 Km. de San Juan de Lucanas. Allí vivieron durante dos años, en ausencia del padre, conviviendo con los campesinos indios a quienes ayudaban en las faenas agrícolas. Para José María fueron los años más felices de su vida.
En 1923 abandonó su retiro al ser recogido por su padre, a quien acompañó en sus frecuentes viajes laborales, conociendo más de 200 pueblos. Pasaron por Huamanga, Cuzco y Abancay. En ésta última ciudad ingresó, junto con su hermano Arístides, como interno en el Colegio “Miguel Grau” de los Padres Mercedarios, mientras su padre continuaba su vida itinerante. Dichas peripecias a través del sur del Perú y su internado en el colegio abanquino serían evocadas después en su novela Los ríos profundos, su obra maestra.
En 1925 sufrió un accidente que lo llevó a perder dos dedos de la mano derecha. En 1926 empezó sus estudios secundarios en un colegio de Ica, en la desértica costa peruana, hecho que marcó su alejamiento del ambiente serrano que había moldeado hasta entonces su infancia. Allí sufrió en carne propia el desprecio de los costeños hacia los serranos.
En 1928 se trasladó a la ciudad de Huancayo, continuando allí sus estudios e iniciándose como escritor al colaborar en la revista estudiantil Antorcha. En 1930 pasó una larga temporada en Yauyos, al lado de su padre. De los cursos correspondientes a sus dos últimos años estudiantiles (1929-1930), rindió exámenes en el Colegio Nuestra Señora de La Merced, de Lima, a base de los estudios que hizo sin maestro alguno en la sierra.
En 1931, ya con 20 años de edad, se estableció en Lima e ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. A raíz del fallecimiento de su padre, ocurrido al año siguiente, se vio forzado a ganarse la vida y entró a trabajar como auxiliar en la Administración de Correos.
Posteriormente, lograda ya su Licenciatura de Literatura en San Marcos, inició su carrera docente en el Colegio Nacional Mateo Pumacahua de Sicuani, en el departamento de Cuzco, como profesor de Castellano y Geografía (1939-1941). Allí, junto con sus alumnos, llevó a cabo un trabajo de recopilación del folclor local. Descubrió entonces su vocación de etnólogo. Paralelamente contrajo matrimonio con Celia Bustamante Vernal, promotora de la Peña Cultural Pancho Fierro (1939), un legendario centro de reunión de artistas y intelectuales.
Entre octubre de 1941 y noviembre de 1942, fue agregado al Ministerio de Educación para colaborar en la reforma de los planes de estudios secundarios. Tras representar al profesorado peruano en el Congreso Indigenista Interamericano de Pátzcuaro (1942), reasumió su labor de profesor de castellano en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y Mariano Melgar de Lima.
En 1944 presentó un episodio depresivo caracterizado por decaimiento, fatiga, insomnio, ansiedad y probablemente crisis de angustia, por lo cual pidió licencia repetidas veces en su centro de labor docente. Este episodio lo describió en sus cartas a su hermano Arístides y brevemente en sus diarios insertados en su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo. Durante cinco años estuvo, según confesó, neutralizado para escribir. Se recuperó, pero eventualmente tendría otras recaídas posteriores.
En 1948, se le redujeron las horas de clases y el sueldo de profesor que recibía en el Ministerio de Educación, bajo la acusación de hacer propaganda comunista. Finalmente fue cesado (1949). Eran los días de la dictadura de Manuel A. Odría. Sin embargo, continuó ejerciendo diversos cargos en instituciones oficiales encargadas de conservar y promover la cultura. En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore del Ministerio de Educación, para luego ser promovido a Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes y Despacho del mismo Ministerio (1950-1952). Llevó a cabo importantes iniciativas orientadas a estudiar la cultura popular en todo el país. Por su gestión directa, Jacinto Palacios, el gran trovador andino, grabó el primer disco de música andina en 1948. Los teatros Municipal y Segura abrieron sus puertas al arte andino.
Entre 1950 y 1953 dictó cursos de Etnología y Quechua en el Instituto Pedagógico Nacional de Varones. En 1953 fue nombrado Director del Instituto de Estudios Etnológicos del hoy Museo Nacional de la Cultura Peruana, cargo en el que permaneció durante diez años; simultáneamente dirigió la revista Folklore Americano (órgano del Comité Interamericano de Folklore, del que era secretario).
A fin de complementar su formación profesional, se especializó en la Universidad de San Marcos en Etnología, de la que optó el grado de Bachiller el (20 de diciembre de 1957) con su tesis “La evolución de las comunidades indígenas”, trabajo que obtuvo el Premio Nacional Fomento a la Cultura Javier Prado 1958. Por entonces realizó su primer viaje por Europa, becado por la UNESCO, para efectuar estudios diversos, tanto en España como en Francia. Durante el tiempo que permaneció en España, Arguedas hizo investigaciones entre las comunidades de la provincia de Zamora, buscando las raíces hispanas de la cultura andina, que le dieron material para su tesis doctoral: “Las Comunidades de España y del Perú”, con la que se graduó el 5 de julio de 1963.
En 1964 se le reconoció su labor de docente otorgándosele las Palmas Magisteriales en grado de Comendador y una Resolución Suprema firmada por el presidente Fernando Belaúnde Terry dándole las “gracias por los servicios prestados a favor de la cultura nacional”. Fue nombrado también Director del Museo Nacional de Historia, cargo que ejerció hasta 1966. En 1965, luego de divorciarse de su primera esposa, se casó con la dama chilena Sybila Arredondo, quien lo acompañó hasta el final de su vida.
A pesar de todos sus logros personales y profesionales, en abril de 1966 Arguedas cometió su primer intento de suicidio. El escritor venía sufriendo períodos de grave crisis psicológica desde hacía muchos años. A partir de entonces, su vida ya no volvió a ser la misma. Se aisló de sus amigos y renunció a todos los cargos públicos que ejercía en el Ministerio de Educación, con el propósito de dedicarse solamente a sus cátedras en la Universidad Agraria y en la de San Marcos. Para tratar su mal se puso en contacto con la psiquiatra chilena Lola Hoffmann, quien le recomendó, a manera de tratamiento, que continuara escribiendo.
En 1968 terminó su magisterio en la Universidad de San Marcos, y, casi simultáneamente, fue elegido jefe del departamento de Sociología de la Universidad Nacional Agraria La Molina, a la cual se consagró a tiempo completo. Ese mismo año le fue otorgado el premio “Inca Garcilaso de la Vega”, por haber sido considerada su obra como una contribución al arte y a las letras del Perú. En esa ocasión pronunció su famoso discurso: No soy un aculturado.
Finalmente, renunció a su cargo en la Universidad Agraria y el 28 de noviembre de 1969 se encerró en el baño de la universidad y se disparó un tiro en la cabeza, a causa del cual murió, después de pasar cinco días de penosa agonía (2 de diciembre de 1969). El día de su entierro, tal como el escritor había pedido en su diario, el músico andino Máximo Damián tocó el violín ante su féretro, acompañado por el arpista Luciano Chiara y los danzantes de tijera Gerardo y Zacarías Chiara
ARGUEDAS, EL MAESTRO A CARTA CABAL
En la vida de un intelectual polifacético, como José María Arguedas, varias pueden ser sus cualidades destacadas, pero quizá una se erija por encima de las demás: el ser Maestro.
Arguedas gestó embrionariamente el conocimiento y revaloración de la cultura andina, lo que deja en claro que para estar con el pueblo y revalorar sus manifestaciones no es condición ser un activo militante de una ideología política. Esa condición de ser maestro sin contar con título pedagógico, prevalece por encima de sus calidades como escritor, etnólogo, investigador, antropólogo.
Arguedas refunda una nueva pedagógica popular y una nueva forma de hacer política no militante, como es: reivindicar el mundo andino y tender puentes entre dos civilizaciones en conflicto permanente.
Buscar que una civilización sea complemento de la otra. Tratar que no existan culturales superiores ni inferiores. Evitar que ese conflicto interétnico, social, cultural, religioso, económico no entre en conflagración, eso es quizá más memorable y aleccionador que todos sus escritos.
Un político tradicional, de cualquiera de las polaridades de izquierda o derecha, hubiera propugnado violencia fratricida y que gane el más fuerte. Arguedas, buscó con el estudio de la cultura andina, sus mitos, leyendas, bailes, idioma, tradiciones, costumbres, música, no tratar de imponerlo, sino rescatarlo y presentarlo al mundo como un complemento de un todo. Esa actitud incluyente diferencia y perenniza a Arguedas y lo hace más grande que sus propios escritos y estudios. No es el saber enciclopédico, los títulos profesionales o la cientificidad de la investigación, lo que hace que un aporte sea imperecedero, es la actitud humanizadora y la correspondencia entre lo que se dice y hace.
Arguedas no buscó destruir la civilización “blanca” para hacer prevaler la “indígena”. No odio el castellano para imponer el quechua- Él buscó un sincretismo. Nos buscó oponer al hombre del ande con el de la costa; el de la ciudad contra el de la zona rural; el rico contra el pobre. Buscó una reivindicación de lo autóctono, de lo andino, de lo folklórico, de lo tradicional, de lo marginal a partir de la revaloración, la investigación y el conocimiento. Esas conductas intelectuales conciliatorias, eclécticas son de las más raras y escasas. Se da sólo cuando se tiene una visión pedagógica y no meramente antropológica, sociológica o etnológica.
En conclusión, el magisterio de Arguedas lo ha llevado a ser el escritor y maestro por antonomasia que reclama esta nueva sociedad; por tanto, Arguedas seguirá siendo el hombre que le dio a la historia de los pueblos el mismo rostro que otros quería desfigurar.
Arguedas gestó embrionariamente el conocimiento y revaloración de la cultura andina, lo que deja en claro que para estar con el pueblo y revalorar sus manifestaciones no es condición ser un activo militante de una ideología política. Esa condición de ser maestro sin contar con título pedagógico, prevalece por encima de sus calidades como escritor, etnólogo, investigador, antropólogo.
Arguedas refunda una nueva pedagógica popular y una nueva forma de hacer política no militante, como es: reivindicar el mundo andino y tender puentes entre dos civilizaciones en conflicto permanente.
Buscar que una civilización sea complemento de la otra. Tratar que no existan culturales superiores ni inferiores. Evitar que ese conflicto interétnico, social, cultural, religioso, económico no entre en conflagración, eso es quizá más memorable y aleccionador que todos sus escritos.
Un político tradicional, de cualquiera de las polaridades de izquierda o derecha, hubiera propugnado violencia fratricida y que gane el más fuerte. Arguedas, buscó con el estudio de la cultura andina, sus mitos, leyendas, bailes, idioma, tradiciones, costumbres, música, no tratar de imponerlo, sino rescatarlo y presentarlo al mundo como un complemento de un todo. Esa actitud incluyente diferencia y perenniza a Arguedas y lo hace más grande que sus propios escritos y estudios. No es el saber enciclopédico, los títulos profesionales o la cientificidad de la investigación, lo que hace que un aporte sea imperecedero, es la actitud humanizadora y la correspondencia entre lo que se dice y hace.
Arguedas no buscó destruir la civilización “blanca” para hacer prevaler la “indígena”. No odio el castellano para imponer el quechua- Él buscó un sincretismo. Nos buscó oponer al hombre del ande con el de la costa; el de la ciudad contra el de la zona rural; el rico contra el pobre. Buscó una reivindicación de lo autóctono, de lo andino, de lo folklórico, de lo tradicional, de lo marginal a partir de la revaloración, la investigación y el conocimiento. Esas conductas intelectuales conciliatorias, eclécticas son de las más raras y escasas. Se da sólo cuando se tiene una visión pedagógica y no meramente antropológica, sociológica o etnológica.
En conclusión, el magisterio de Arguedas lo ha llevado a ser el escritor y maestro por antonomasia que reclama esta nueva sociedad; por tanto, Arguedas seguirá siendo el hombre que le dio a la historia de los pueblos el mismo rostro que otros quería desfigurar.
ARGUEDAS, EL ESCRITOR BILINGÜE
José María Arguedas es la más alta cumbre del costumbrismo no sólo peruano, sino sudamericano. Su condición de quechua hablante e hispanohablante, generan en él una condición excepcional para trasmitir la dulzura del lenguaje quechua complementado con el descritivismo del castellano.
Su novela “Los ríos profundos” se lee con devoción y nostalgia en todo el territorio peruano. Es la historia misma de Arguedas, transfigurado en el niño Ernesto que va por los pueblos y a su paso hace un paneo de todas las costumbres y tradiciones; lleva consigno su nostalgia, sus impresiones, su ternura, la inocencia de su zumbayllu, juguete mágico-mítico en la que esconde su alma, su pasión y su ternura volcada en toda la novela.
Y su cuento, convertido en la magistral pieza dramática del extremo de la injusticia entre ricos y pobres, “El sueño del pongo”, se eleva a la categoría universal de los referentes para sensibilizar a cualquier auditorio, en cualquier cultura, espacio, latitud y tiempo histórico.
El Conglomerado Cultural se suma al planteamiento de reivindicar al insigne escritor y folklorista peruano José María Arguedas Altamira por los siguientes motivos:
A) José María Arguedas Altamirano es el escritor del Perú profundo, autóctono y andino más grande que ha “alumbrado” los cerros, los ríos profundos, las quebradas. Su escritura no sólo es fiel al sentimiento andino, sino que es el traductor y puente entre el quechua original del Perú y el castellano conquistador.
B) José María Arguedas Altamirano simboliza el investigador folklorista por antonomasia, el escritor que abrió de par en par el ande sudamericano y su espíritu a la cultura occidental.
C) José María Arguedas Altamirano, le pertenece a todos y nadie puede apropiarse su exclusividad ni ideológica, estética ni social: nació, vivió y murió para encontrar puentes culturales y en su ruta de vida buscó la integración, el respeto por los oprimidos con sus tradiciones, costumbres y vivencias. Querer polarizarlo antagónicamente hacia un sector ideológico, puede ser tan pernicioso, para un hombre que murió incomprendido y desconocido por un sector de la intelectualidad de su época.
(Resumen del texto de Julio Solórzano Murga)
Su novela “Los ríos profundos” se lee con devoción y nostalgia en todo el territorio peruano. Es la historia misma de Arguedas, transfigurado en el niño Ernesto que va por los pueblos y a su paso hace un paneo de todas las costumbres y tradiciones; lleva consigno su nostalgia, sus impresiones, su ternura, la inocencia de su zumbayllu, juguete mágico-mítico en la que esconde su alma, su pasión y su ternura volcada en toda la novela.
Y su cuento, convertido en la magistral pieza dramática del extremo de la injusticia entre ricos y pobres, “El sueño del pongo”, se eleva a la categoría universal de los referentes para sensibilizar a cualquier auditorio, en cualquier cultura, espacio, latitud y tiempo histórico.
El Conglomerado Cultural se suma al planteamiento de reivindicar al insigne escritor y folklorista peruano José María Arguedas Altamira por los siguientes motivos:
A) José María Arguedas Altamirano es el escritor del Perú profundo, autóctono y andino más grande que ha “alumbrado” los cerros, los ríos profundos, las quebradas. Su escritura no sólo es fiel al sentimiento andino, sino que es el traductor y puente entre el quechua original del Perú y el castellano conquistador.
B) José María Arguedas Altamirano simboliza el investigador folklorista por antonomasia, el escritor que abrió de par en par el ande sudamericano y su espíritu a la cultura occidental.
C) José María Arguedas Altamirano, le pertenece a todos y nadie puede apropiarse su exclusividad ni ideológica, estética ni social: nació, vivió y murió para encontrar puentes culturales y en su ruta de vida buscó la integración, el respeto por los oprimidos con sus tradiciones, costumbres y vivencias. Querer polarizarlo antagónicamente hacia un sector ideológico, puede ser tan pernicioso, para un hombre que murió incomprendido y desconocido por un sector de la intelectualidad de su época.
(Resumen del texto de Julio Solórzano Murga)
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