En la vida de un intelectual polifacético, como José María Arguedas, varias pueden ser sus cualidades destacadas, pero quizá una se erija por encima de las demás: el ser Maestro.
Arguedas gestó embrionariamente el conocimiento y revaloración de la cultura andina, lo que deja en claro que para estar con el pueblo y revalorar sus manifestaciones no es condición ser un activo militante de una ideología política. Esa condición de ser maestro sin contar con título pedagógico, prevalece por encima de sus calidades como escritor, etnólogo, investigador, antropólogo.
Arguedas refunda una nueva pedagógica popular y una nueva forma de hacer política no militante, como es: reivindicar el mundo andino y tender puentes entre dos civilizaciones en conflicto permanente.
Buscar que una civilización sea complemento de la otra. Tratar que no existan culturales superiores ni inferiores. Evitar que ese conflicto interétnico, social, cultural, religioso, económico no entre en conflagración, eso es quizá más memorable y aleccionador que todos sus escritos.
Un político tradicional, de cualquiera de las polaridades de izquierda o derecha, hubiera propugnado violencia fratricida y que gane el más fuerte. Arguedas, buscó con el estudio de la cultura andina, sus mitos, leyendas, bailes, idioma, tradiciones, costumbres, música, no tratar de imponerlo, sino rescatarlo y presentarlo al mundo como un complemento de un todo. Esa actitud incluyente diferencia y perenniza a Arguedas y lo hace más grande que sus propios escritos y estudios. No es el saber enciclopédico, los títulos profesionales o la cientificidad de la investigación, lo que hace que un aporte sea imperecedero, es la actitud humanizadora y la correspondencia entre lo que se dice y hace.
Arguedas no buscó destruir la civilización “blanca” para hacer prevaler la “indígena”. No odio el castellano para imponer el quechua- Él buscó un sincretismo. Nos buscó oponer al hombre del ande con el de la costa; el de la ciudad contra el de la zona rural; el rico contra el pobre. Buscó una reivindicación de lo autóctono, de lo andino, de lo folklórico, de lo tradicional, de lo marginal a partir de la revaloración, la investigación y el conocimiento. Esas conductas intelectuales conciliatorias, eclécticas son de las más raras y escasas. Se da sólo cuando se tiene una visión pedagógica y no meramente antropológica, sociológica o etnológica.
En conclusión, el magisterio de Arguedas lo ha llevado a ser el escritor y maestro por antonomasia que reclama esta nueva sociedad; por tanto, Arguedas seguirá siendo el hombre que le dio a la historia de los pueblos el mismo rostro que otros quería desfigurar.
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